El blog de Pina
Correo: Convocamos al arte: reflexiones sobre el fin del mundo a partir de la exposición “Era uma vez”
A través del análisis del pensamiento cosmológico de artistas de distintas generaciones sobre el fin y los posibles comienzos del mundo, la curadora de la Pinacoteca habla de cómo operan las artes frente a las cuestiones ambientales.

Steve Mcqueen, Había una vez (2022)
En 1972, la NASA envió un archivo con 116 imágenes de “vida en la Tierra” al espacio exterior. Cuando la humanidad se extinga, se espera que los extraterrestres encuentren estos registros fotográficos, que muestran seres humanos, animales, automóviles, aeropuertos, moléculas, rascacielos y lavadoras. En 2016, el artista y guionista Steve McQueen comprar estos discos y producir la película Era una vez. En la obra, McQueen presenta una perspectiva nostálgica de la vida en el planeta y al mismo tiempo nos llama a fijarnos en todo lo que la NASA olvidó incluir en las fotografías: hambre, guerras, destrucción medioambiental, conflictos religiosos.
La película inspiró el título de la exposición. Érase una vez: visiones del cielo y la tierra, que se inauguró el 25 de octubre, en la Grande Galeria da Pina Contemporânea. Organizada por Ana Maria Maia, Lorraine Mendes y Pollyana Quintella, la exposición reúne obras de 34 artistas de diferentes generaciones que viajan a través del tiempo y el espacio para reflexionar sobre el fin del mundo.
El punto de partida
hablé con Jochen Volz, director general de la Pinacoteca, quien fue coordinador de la 32ª Bienal de São Paulo, realizada entre septiembre y diciembre de 2016, con el tema Incertidumbre viva. En ese momento, la discusión curatorial giró en torno a la incertidumbre sobre cuestiones políticas y ambientales, y se observó el auge del término “Antropoceno” -utilizado para designar el impacto global de las actividades humanas en el planeta-.
El año 2014 marcó el estreno de varias películas y libros sobre el fin del mundo, lo que impulsó los debates sobre el tema, que hoy alcanzan su punto máximo.
“Desde 2016 hasta ahora todo ha cambiado completamente, tanto en el panorama artístico como en las perspectivas de futuro. Si en aquella época los artistas pensaban en el tema, hoy todo es aún más incierto. No sabíamos que era sólo el comienzo [risas]”, dice Volz.
Casi 10 años después de la Bienal y ahora con predicciones aterradoras sobre los problemas de nuestro tiempo, pedí a los curadores que nos ayudaran a reflexionar sobre cómo opera el arte en un escenario de crisis. Muchas respuestas podrá ver el público en la exposición “Érase una vez”, que nos invita a descubrir el pensamiento cosmológico de los artistas, teniendo en cuenta una prerrogativa importante: el fin conlleva también la posibilidad de concebir nuevas realidades – basado en teorías extraño y decolonial. Estas teorías nos ayudan a pensar las relaciones desde perspectivas que desafían conceptos excluyentes y estandarizados, opuestos a la lógica de la modernidad patriarcal, heterosexual y capitalista.
“Cuando los artistas operan a través de lo sensible, comentaría que podríamos seguir caminos de 'resignificación', pero creo que este término es superficial y no siempre funciona. La cuestión es que el arte tampoco solucionará la crisis, el problema es más de lo que se anuncia, ya está dado. Pero el arte también dice lo indecible, opera con algunos signos que provocan conciencia, trae a lo sensible lo que intentamos olvidar, borrar”., dice el curador Lorena Mendes.

Tabitha Rezaire, órbita diapasón, 2021. Foto: Levi Fanan.
Nuevas respuestas
Mis preguntas también llegaron Ana María Maia, curador jefe del museo. para ella El papel del arte es doble.. Al mismo tiempo que nos permite hacer acusaciones y mirar la realidad con la preocupación que evoca, el arte se orienta a alimentar la imaginación radical, de una manera que nos inspira a romper patrones, reinventando círculos viciosos:
“Hay muchas respuestas en la exposición. El primero de ellos es el que se encuentra en el archivo de divulgación científica denominado Atlas salvaje, que muestra cómo en el Antropoceno algunas especies se adaptan a esta supuesta crisis de la humanidad en la Tierra, y se multiplican. Existe, por ejemplo, una bacteria específica que prolifera en el plástico. Otro ejemplo es el coronavirus, una especie adaptada, dañina, pero que demuestra que la vida se está adaptando y ampliando sus formas, el ecosistema terrestre”, dice.
El proyecto Feral Atlas es una plataforma de divulgación científica coordinada por los antropólogos Anna L. Tsing, Jennifer Deger y Alder Keleman Saxena y el artista Feifei Zhou. El archivo cataloga una serie de “universos” creados por hongos, virus y seres mutantes que surgen de los impactos de grandes infraestructuras construidas por humanos.
Maia también encuentra respuestas en la obra de Juraci Dórea, Concierto para zorros. El artista produce a partir de la relación entre el arte y la cultura popular del interior, mirando el ecosistema local y la materia orgánica.
“Juraci piensa en la convivencia de las zonas urbanas con las rurales. Realiza torres con estiércol seco, biomasa que proviene de excrementos de vaca, y crea columnas que funcionan como cimientos para la construcción de otro mundo, una instalación, un entorno. Entonces podemos ver que los artistas también trabajan cambiando materiales, reiniciando el ciclo de las cosas, inspirándonos a pensar también en los comienzos, no sólo en los finales”, reflexiona Ana Maia.
Jochen Volz nos invita a mirar la obra de Steve McQueen en comparación con el repertorio ancestral indígena, fundamental para pensar nuevos caminos. Sueli e Ismael Maxacali, artistas indígenas que analizan la mitología del surgimiento del pueblo Maxacali a partir del barro, transforman el arte en un proceso de creación de tradición.
“Steve McQueen hizo una de las obras que más me conmovió, pero al comparar las obras de artistas indígenas, observamos que no hablan desde un registro de cómo es la vida en el planeta, sino desde un sentido. Piensan en los mitos y cosmovisiones que dan significado a las cosas del mundo. Estos son dos momentos interesantes de quizás capturar los logros de la humanidad en la Tierra, a través de la selección finita de imágenes y a través de la idea de un cosmos infinito basado en mitos de origen.”, comenta Volz.

Sueli Maxakali, Mãy Putõõy. Foto: Levi Fanan.
Los paradigmas de nuestro tiempo nos obligan a actuar y, quién sabe, a empezar de nuevo. Y más que nunca, anclarse en diferentes repertorios artísticos, ancestrales, sociales y políticos resulta ser una alternativa para nuevas formas de mirar los problemas que surgen, al fin y al cabo, hace 52 años la NASA ya predijo el fin. Respecto al archivo con imágenes enviadas por la NASA al espacio, Volz dice:
“Me parece curiosa esta propuesta de 1972 porque parece un pasado lejano, pero en realidad este documento fue enviado al espacio para sobrevivir por nosotros. Está hecho para la vida en el espacio después de la humanidad, Es un mensaje en una botella. ¿Y este archivo ya es tan viejo y estamos aquí? Es un mensaje sobre lo que pasó y creo que los indígenas nunca hablarán de eso, hablarán de cómo empezó todo. Entonces es una perspectiva diferente del principio y el final”.
Tomar prestadas nuevas percepciones del mundo de los artistas de “Érase una vez”, buscar otras posibilidades de conexión con la naturaleza y los espacios creados no por la violencia, sino por la imaginación, puede ser una de las cosas que usted y yo, visitantes, podemos hacer. hacer al salir de la exposición. Con solo investigar este texto ya tenía mucho en qué pensar. Espero que tú también te sientas así.
Quién escribió:
Autor de la publicación: marianamartins
Mariana Martins es licenciada en periodismo por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y posgraduada en Historia del Arte por la PUC-Minas. Trabajó algunos años como responsable de prensa en el mercado editorial y estuvo a cargo de la Pinacoteca de São Paulo durante 2 años.
